
Por fin, ya tenemos en nuestras manos (aunque hasta el 6 de octubre no sale oficialmente) el nuevo álbum de Oasis. Hemos tenido que esperar más de once años para volver a escuchar algo que prometía sonar a los mejores Gallagher tras sus frustrados últimos álbumes, en especial tras ese desastre titulado Heathen Chemistry (2002, Big Brother).
Y el tema que nos devolvió la esperanza de encontrar algo decente fue el single de adelanto que se filtró con gran rapidez de forma “inesperada” y que luego ya pudimos escuchar la toma definitiva. Hablo de ‘The Shock of the Lightning’, una bomba de relojería, un chute de adrenalina que recuerda a los 90s, cuando aún estos dos angelitos estaban rivalizando con otros querubines llamados Blur y presentaban Definitely Maybe (1994, Creation Records). Aquellos sí que eran buenos tiempos.
Ese himno puro que es el primer single parecía decir: estamos de vuelta, este va a ser nuestro mejor álbum en años, un séptimo de matrícula. Pero la pena es que nada de eso es así. El single es una maravilla, un hit que entrará en todas las listas, que rayaremos como algunos ya hemos hecho y que les valdrá los elogios de muchos, pero tras él, sólo hay fogonazos, el quiero y no puedo al que nos tienen ya acostumbrados.
Duele tener que desnudar el nuevo trabajo de los de Manchester con ilusión y luego encontrarse con eso. Los buenos tiempos se han ido y definitivamente, su inspiración con ellos, ya que si el plato fuerte es el single mencionado, mal vamos, porque no deja de ser una repetición (muy buena eso sí) melancólica de su primera época. Y el resto del álbum afronta estos mismos hechos.
‘I’m Outta Time’ (por no hablar de ‘(Get Off Your) High Horse Lady‘) es otra de las pruebas de que no es su mejor disco. Una balada tranquila, de fórmula casi, que reitera esquemas ya conocidos en la composición de Noel Gallagher y que hasta aburre cuando repite tanto el estribillo, porque son cuatro minutos de pop pausado y simple.
‘I’m Outta Time’ (por no hablar de ‘(Get Off Your) High Horse Lady‘) es otra de las pruebas de que no es su mejor disco. Una balada tranquila, de fórmula casi, que reitera esquemas ya conocidos en la composición de Noel Gallagher y que hasta aburre cuando repite tanto el estribillo, porque son cuatro minutos de pop pausado y simple.
Y el caso es que empieza bien, con un tema donde vuelven sus referentes más claros, aquellos que siempre han aparecido cuando Oasis hacía sus mejores canciones. ‘The Turning’ es psicodelia y soul, es The Kinks, The Pretty Things y The Who y mientras le da un repaso a la estela de los Small Faces. Siempre han sido unos alumnos aventajados los hermanos ingleses.
Mantienen este logro con ‘Waiting for the Rapture’ que retoma la guitarra distorsionada y su riff repetido, con el que se espera una de las subidas que todo hit (porque se lanzará como single, seguro) tiene que tener.
Después, vienen las lentas y la cosa cambia, parece otro trabajo. Se salva de toda la segunda mitad ‘Falling Down’ por lo bien que mantiene y cómo cambia al final; pero ‘To Be Where There’s Life’ donde la psicodelia sólo está de base repetida, el intento de dejar a las guitarras que hagan todo en ‘The Nature Of Reality’; u otra balada sin más con ‘Soldier On’, no aguantan el gran nivel inicial.
En el aspecto sonoro, la perfección es la esperada de una gran producción y un grupo como ellos. Dave Sardy sustituye la labor de la banda como coproductores y se hace a los mandos en solitario tras el buen sabor de boca que dio en Don’t Believe the Truth (2005, Big Brother). Además, otro de los datos curiosos son los estudios elegidos para grabarlo: los famosos Abbey Road de Londres, donde se hizo la primera parte, y después The Village, en Nueva York, donde en marzo finalizaba la grabación.
Y aún así, pese a todo lo dicho sobre Dig Out Your Soul, el álbum me gusta en su contexto (dos o tres fogonazos de ellos bien lo merece). Recomiendo su escucha repetitiva, empaparse con él y después volver a los primeros trabajos de los Gallagher, para ver por qué ahora viven de las rentas tan bien y porque con sólo unos temas a los melómanos a veces nos encandilan.
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